lunes, 27 de abril de 2015

Compañeros de viaje



Y ella se subía dos veces al mes en ese mismo tren... Una hora y poco ( siempre le sabia a poco) de trayecto charlando con su compañero de asiento, siempre coincidía con el mismo, incluso ya le guardaba asiento pues subía una parada antes que ella.

 Él la escuchaba sin dejar de observarla, cada mueca, cada gesto...  a veces juraría que la conoce más que ella así misma, le gustaba  empaparse con cada movimiento espontáneo  que ella le regalaba inconscientemente, ella siempre reía cuando subía a ese tren, a veces se sorprendía con la mirada perdida en nada ( ¿ Qué es nada? a veces me pregunto quien inventó esa palabra) y de repente volvía a la realidad y lo miraba, y él la estaba observando relajadamente como de costumbre, no se molestaba en disimularlo, y eso a ella le ponía un poco nerviosa y miraba para otro lado luchando sin vencer por evitar esa sonrisa en la comisura de sus labios, y entonces es cuando se daba cuenta que había sido pillada, y explotaba con una de sus risas hasta encontrar una forma de desviar su atención.

Hablaban de mucho y de poco, de cosas serias y cosas estúpidas, se daban información personal el uno al otro para ayudarse a conocerse un poquito más cada vez, la verdad es que coincidían en muchas y no tanto en otras, que eso también tiene su lado bonito.

A veces, bueno, muchas veces va...  él le regalaba la sonrisa más jodidamente perfecta que ella había podido ver en mucho tiempo, tan llena de palabras sin pronunciar...   viaje a viaje ella iba aprendiendo a escuchar y comprender cada una de ellas, incluso sus miradas, sí, sabia mirarla muy bien, pues no solamente la miraba, sino que a veces sentía como la devoraba de tal modo que se sentía dentro de sus retinas atrapada, atrapada sí, el tiempo que el quisiera tenerla como prisionera hasta que de repente volvía a dejarla libre y se quedaba allí en silencio, como  boba unos segundos hasta ser capaz de reaccionar con disimulo ( bah, eso es lo que ella se cree) y volver a la normalidad de la conversación si es que puede...

Con el vaivén del viaje, nota como accidentalmente muy de vez en cuando sus manos se rozan con la punta de sus dedos... ambos se dan cuenta, ninguno dice nada... 

Pero como todo trayecto, todo empieza  en un punto y acaba en otro con más o menos distancia, así pues se preparan para bajar en el mismo lugar, ambos tocan suelo firme, y se despiden con un " hasta luego"  Ella camina para el frente, él voltea para la derecha... 


Pd. Ella siempre lo mira cuando se va, no puede evitarlo, nunca sabe si volverán a coincidir de nuevo en ese mismo tren.