domingo, 11 de mayo de 2008

El Saco...

Tienes un gran saco entre las manos, te paras, y lo abres, y poco a poco comienzas a sacar cosas que has ido almacenando durante mucho tiempo, cada objeto es parte de un momento, una experiencia, una acción, una historia, a cada cual buscándole un sentido, un pequeño granito al camino de la felicidad plena y absoluta, que sin saber como, paso a formar parte del conjunto de obras sin sentido guardadas en el fondo de una bolsa que nunca se termina de llenar, se ata su lazo, y te lo cuelgas al hombro, cargando todo su peso sobre un costado, causando alguna que otra vez cierto dolorcillo...
Hay momentos, en los que ese gran saco, te lo descuelgas y lo aparcas en algún lugar fuera de tus pensamientos y abres los ojos y decides dejar que miren un poco más allá, admiras lo que ves allende, lo ves muy pequeño, casi inalcanzable, sin embargo te parece que es inmensamente grande, claro, hermoso, te percatas de que es como si pertenecieras a ese lugar, como que eres una pequeña pieza de un puzzle que te han metido en otro lugar que no te pertenece solo porque la forma es tan parecida que parece encajar perfecto pero que si te fijas.. si miras bien, ves en los bordes como ha sido forzada la ficha y no cuadran todos los matices con las colindantes, y al ver este otro lugar, te das cuenta que has estado equivocada todo este tiempo... hay momentos en los que desearías echar a correr... a volar... a nadar bajo las profundidades y quedarte ahí, sin importarte en las consecuencias, sin pensar en nadie ni en nada más que en tu propia felicidad aunque ni tu misma tengas la certeza de que realmente ese es tu destino feliz, aun sabiendo que puedes equivocarte y salir trasquilada... no te importa, simplemente no sabes, en el dilema de no saber si perdiste la visión o simplemente la recuperaste.. Es curioso... pero siempre, por la razón que sea... rápidamente en algún momento y sin esperarlo sientes un pequeño punzón en el lado donde sueles portar el saco, recordándote que lo llevas y y haciéndote visualizar todo lo que llevas dentro, todo lo que uno mismo ha dedicado a meter en su interior... ahí es cuando te descalzas los pies y sientes el frió suelo, y vuelves a ser consciente de la tierra que pisas... miras de nuevo... y ves el cielo... las mismas nubes.. el mismo cielo... todo sigue igual... solo que cuando reanudas tu camino tras ese breve descanso, te das cuenta de que portas un poquito mas de carga...